lunes, 11 de junio de 2007


Me siento bien dispuesta a convertirme en su error. Ese hombre del que no mucho he hablado fue educado para ruborizarse ante todo acto lascivo e inmoral. ¿Y qué? La casualidad ha esparcido sus botones, se ha arrodillado para que una pobre como yo tenga su cuerpo convertido en llama. Y así será eventualmente, deben creerme. No temo enfermedad o infortunio derivado de mi atrevimiento, si he de temer a algo será al dolor que me cause la privación de corromper su divina alma.

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